ENIGMAS DE LA HISTORIA QUE ME HAN SERVIDO DE INSPIRACIÓN (1): EL MECANISMO DE ANTICITERA

Mecanismo Anticitera

ENIGMAS DE LA HISTORIA QUE ME HAN SERVIDO DE INSPIRACIÓN (1):
EL MECANISMO DE ANTICITERA

—Pero eso no es posible —protestó Jano—. Un aparato mecánico de ese tipo no se fabricaría hasta... hasta...

—Si queremos encontrar un nivel de precisión y miniaturización semejantes, la referencia conocida más antigua probablemente serían los relojes astronómicos que se comenzaron a fabricar en Europa hacia el siglo XIV —dijo el guía—. Unos mil quinientos años más tarde.

—Es imposible —insistió Jano.

—Y sin embargo puede ver que es muy real —respondió el guía con una sonrisa.

Jano contempló el expositor, perplejo.

Extracto de Encontrar al Cuervo Rojo (2022).



¿Y si alguien hubiera construido un ordenador... en la Antigua Grecia?

Tiendo a sembrar mis novelas con objetos y eventos históricos que no terminan de encajar bien del todo en la crónica oficial del mundo tal y como está escrita. Siento una especial debilidad por esta clase de fenómenos. Porque en un planeta que creemos dominar y del que pensamos que conocemos hasta el secreto más minúsculo, estos enigmas son un desafío, una puerta abierta a la especulación y al planteamiento de hipótesis aventuradas: un alimento sabroso para la imaginación, en definitiva.

Hoy doy comienzo a una serie de artículos en los que iré poniendo el foco en algunos de los más sorprendentes artefactos arqueológicos y eventos históricos que me han servido de inspiración y que he querido incorporar a mis novelas.

Y como por algún sitio hay que empezar, qué mejor que uno de los objetos museísticos más fascinantes del mundo, el famoso...

Mecanismo de Anticitera

En un momento de su búsqueda a través de Europa y de su historia, Jano, el protagonista de Encontrar al Cuervo Rojo, se encuentra ante un expositor del Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Es entonces cuando descubre el mecanismo de Anticitera, cuya historia arranca en 1900 de la manera más insospechada.

Fue en aquel primer año del siglo XX cuand unos humildes buscadores de esponjas griegos —sí, tal profesión existía por aquel entonces; y era una muy dura, por cierto— que se habían refugiado de una tormenta cerca de Anticitera, una pequeña isla entre Creta y el Peloponeso, se toparon por pura casualidad con los restos de un naufragio mientras buceaban a más de cuarenta metros de profundidad.

Aquel pecio resultó ser un antiguo barco romano que había sucumbido a una tempestad muchos siglos antes. En su hundimiento, la galera se había llevado al fondo del mar una carga preciosa que incluía figuras de bronce y mármol, joyas, cristalería... y una sorpresa mayor.

A medida que recuperaban los objetos del lecho marino, junto a ellos fueron apareciendo piezas de un objeto que los arqueólogos no fueron capaces de identificar. A grandes rasgos, estaba compuesto por unas ruedas dentadas, una especie de engranaje, que debía estar inserto en un estuche de madera dimensiones similares a la de una caja de zapatos y que incluía diferentes inscripciones en griego y algunos símbolos y señales.

Un genuino enigma arqueológico

¿Qué tenía de especial este objeto? Que resultó ser sorprendentemente anacrónico. Una vez lograron reunir todas las piezas que le pertenecían, los expertos comenzaro a estudiar el mecanismo con atención. Varias décadas después de su hallazgo, tras un examen minucioso, se llegó a la conclusión de que originalmente sus tripas debían albergar más de dos docenas de ruedas engranadas, formando un mecanismo de una complejidad más que notable.

El interior era tan intrincado que algunos incluso llegaron a dudar de su datación inicial, atribuida en el siglo I a. C. Se preguntaron si no sería posible que, por una insólita casualidad, aquel objeto hubiera sido manufacturado en tiempos mucho más modernos y que por caprichos del azar hubiera caído accidentalmente al agua en el punto exacto en el que la nave romana se fue a pique.

Así da comienzo la fascinación que produce el mecanismo de Anticitera. El genio, la creatividad y los vastos conocimientos de los sabios de la antigua Grecia son bien conocidos. Sus adelantos en campos como la matemática, la física y la astronomía fueron muy notables. Pero el Mecanismo de Anticitera iba un paso -o varios- más allá.

En busca de una explicación

Tras décadas de estudio y numerosas hipótesis, la teoría más aceptada es que nos encontramos ante una especie de extraordinario ordenador analógico: una máquina de cálculo astronómico que permitía predecir la posición relativa del sol, de la luna y de los planetas en cualquier día concreto, pasado o futuro, y que era capaz incluso de predecir eclipses o la fecha de los Juegos Panhelénicos. Podría considerarse, en definitiva, la primera computadora elaborada por el ser humano... hace más de dos mil años.

Esto conduce de manera automática a dos preguntas muy interesantes. La primera y más obvia, ¿quién fue capaz de realizar en aquella época una proeza de cálculo, diseño y manufactura fina de semejante calibre? E inmediatamente a continuación, ¿qué fue de aquel conocimiento en las épocas posteriores? ¿Por qué durante siglos nadie fue capaz de reproducir un mecanismo remotamente similar en complejidad y precisión a este?

Y son estas dos cuestiones maravillosas. Porque, aun siendo extraordinario, lo más fascinante del mecanismo de Anticitera quizá no sea lo que una máquina como esta podía hacer. Lo verdaderamente intrigante es quién fue capaz de construirla y por qué no tenemos constancia de que nadie más fuera capaz de hacer algo similar durante los siglos siguientes. Quién tuvo acceso a estos conocimientos y por qué se esfumaron. El tipo de enigma que hace a un escritor frotarse las manos.

Este es uno de los grandes placeres de incorporar elementos históricos al escribir ficción: los hechos reales ya son asombrosamente atractivos por sí mismos. No hay necesidad de inventar objetos mágicos. A veces es suficiente con visitar un museo y mirar al pasado con ojos curiosos.

¿Disfrutas de la mezcla entre historia, intriga y misterio?

Entonces es muy probable que disfrutes con mis novelas. Si te interesa leer la aventura en la que aparece el mecanismo de Anticitera, puedes comenzar por el primer capítulo que te dejo de manera completamente gratuita aquí:


Encontrar al Cuervo Rojo

ENCONTRAR AL CUERVO ROJO

El experimentado cazatesoros Rick Malatesta ha desaparecido cuando investigaba el naufragio de un drakkar vikingo cerca del círculo polar Ártico y con él, una enigmática pieza arqueológica.

LO QUIERO



En pocas palabras

¿Qué es el mecanismo de Anticitera y por qué es importante?

Es un objeto mecánico datado en el siglo I a.C., cuya extraordinaria complejidad y precisión hacen que sea considerado el primer computador analógico de la historia de la humanidad. No hay hallazgos de otro aparato de un nivel tecnológico comparable hasta muchos siglos más tarde.

¿Para qué servía el mecanismo de Anticitera?

Se piensa que era una calculadora de las trayectorias celestes, que permitía conocer la posición del sol, la luna y los planetas en cualquier día específico del pasado o del futuro, y realizar otro tipo de cálculos astronómicos complejos.

¿Por qué recibió el nombre de Mecanismo de Anticitera?

Anticitera es el nombre de la isla junto a la que se descubrió el pecio del barco romano que transportaba el mecanismo, junto a otros objetos de gran valor artístico y arqueológico.

¿Quién descubrió el Mecanismo de Anticitera?

Fue descubierto accidentalmente en 1900 por unos buceadores griegos que buscaban esponjas en el fondo del mar.

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